Un fin de semana occidental

Mi fin de semana cinematográfico comenzó con una película china, Shanghai Dreams. Tenía ganas de verla pero hacia el final me quedé dormida. No me estaba disgustando e incluso tenía algún momento divertido en plan fiebre del sábado noche a lo oriental pero me venció el cansancio y la modorra del sábado por la tarde.
El domingo, optamos por un programa mucho más comercial: Sahara y Cinderella Man. La primera, no me llamaba nada pero, en fin, supongo que cumple bien su propósito, entretener sin más pretensiones. La versión doblada al español tiene la virtud de maquillar la actuación de Penélope Cruz (la chica es lista y no hace la tontería de Banderas, empeñado en destrozarnos los tímpanos con su español de no se sabe dónde)
Y, por la noche, llegó el momento del peliculón. No me importó acostarme tarde porque lo merecía. Russell Crowe está estupendo y lo único los pucheritos de la Zellweger, que han acabado por cansarme. Una historia triste pero que se va levantando poco a poco, algo ñoña a ratos pero nada que no se pueda perdonar. Hace no mucho, pude ver otra magnífica película también centrada en el boxeo, Crying Fist. Ésta es surcoreana y con un planteamiento distinto aunque el fondo parece el mismo, sus protagonistas logran escapar de la ruina personal gracias al deporte.
¿Y qué me deparará esta semana que comienza? Estoy a la espera de poder ver Seven Swords. Mi evolución con esta película es algo peculiar. Al principio me moría de ganas de verla y, ahora, tengo la extraña sensación de que no me va a gustar nada. No sé, espero salir de dudas en unos días. Y resolver otra pregunta que me hago, ¿quiero ver Princesas? Es que no lo sé. Hay algo que me echa para atrás y que todavía no he podido averiguar qué es. Seguiré meditándolo.
En cuanto a Internet, he descubierto un blog sobre cine asiático, que sólo lleva un par de meses funcionando, bastante interesante.